La Alhambra
A patadas, paseo el corazón de nuevo.
Condenado arrastro las campanas del infierno,
entre mierdas de perro y pasto seco.
Junta las manos, -dijo. Y dejó entre ellas un maltrecho y descosido corazón. Cuídalo. Ahora es tuyo.
Luna llena, noche de amor eterno.
Y olvidé pasar la lengua,
por las heridas causadas.
Y dejé pasar el tiempo.
Esperé en las puertas del averno,
y el momento se hizo eterno.
Y no supe llorar,
como alma descarriada.
Por arrepentirme de todo,
por no arrepentirme de nada,
ahora sufro como el hombre que dejó perder La Alhambra.
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