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sifarnodo

Fábula de la camarera y el gato

Era el niño que venía de romper los platos rotos, de reventar recuerdos en la soleada y fría mañana de noviembre, con su blanquecina y gélida nariz, atorada de mocos tan secos como sus propios sentimientos. Un poco más de gin, nunca viene mal.

La camarera lo despertó al amanecer. El antro estaba tan vacío como su propio cuerpo. El calor de la gente hace horas que marchó. Vente a casa -dijo. La miró, como quien regala un "te amo" tan gratuito como embustero, y arrastró su tambaleante alma hasta el sofá que le ofreció.

No es de noche cuando los gatos son realmente pardos. En la oscuridad, son lo que son. Es por el día cuando mienten de verdad.

Y, un poco más de gin... nunca viene mal.

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Enlace Perdido -

Trenzas de brazos y piel.
Petalos rojos, labios menores
entre la frondosidades de esas señoras complacientes y tiernas a dolescentes
No puedo dejarlas, dejar de mirarlas
No puedo parar, parar de tocarme....

Pequeño voyeur que habita en mi.